La Gnosis y el Maestro Samael Aun Weor, han hecho que vuelva el brillo a mi vida.
Como muchos, desde la infancia he añorado
una lucidez especial en la vida, he buscado por diferentes caminos,
encontrando libros, gente y sobre todo, refugiándome dentro de mi
corazón. Desde niño siempre la conexión con el bosque, con las montañas,
con la naturaleza me pareció algo mágico y a la vez necesario. Tuve la
suerte de vivir en un pequeño pueblo de Valencia, España, tengo
recuerdos de muy pequeño, en los cuales me llamaban mucho la atención
los colores, su brillantez, me atraían mucho los árboles, y las
caminatas, con un sentido de autodescubrimiento, de reflexión, de
investigación, de saber, de misterio. Fechas como la de Pascua y
Navidad, para mi eran como un encuentro conmigo mismo.
Muchas veces, sentía una alegría interior
en ciertos lugares, con mis hermanos, con mi familia, era algo que me
llenaba, me hacia sentir vivo, lleno de confianza y optimismo, alegre,
por eso mi familia, mis padres y mi abuela, me decían que siempre me
sonreía. Era un sentimiento de unión con todo. Era feliz.
Llegó la pubertad y con ella, los terremotos internos, parece que fue desapareciendo aquella parte tan maravillosa, aquel sentir de alegría interior, se fue como desvaneciendo en los años que siguieron, no fue por causa externa, pues mi vida con mi familia no atravesaba por dificultades económicas excesivas, ni de otra índole, ahora se porqué, y lo que sucedió, pero la cuestión es que fui perdiéndome a mi mismo, ese era mi sentir, empezaron otros quehaceres, y me fui como olvidando de las cosas simples, me fui complicando, en pocos años ya mi vida sufrió cambios notables y poco a poco aquella magia que me envolvía fue desapareciendo, hasta que llegó un momento de máximo alejamiento, perdí sin siquiera sospecharlo mi gran tesoro. Pero mi intuición, mi instinto me inundaban de añoranza, y desde lo profundo de mi alma, surgía una fuerza que me impulsaba a no rendirme.
Así que por un lado el mundo me tragaba y
por el otro había una resistencia. Mi búsqueda se afianzo más en
libros, mi imaginación volaba, la educación que recibía no me convencía,
conecté con enseñanzas orientales, allí pude encontrar cierta paz,
ciertas similitudes, aunque yo sabia, percibía que me faltaba algo, que
no era lo exacto, concreto y verdadero de mi búsqueda. Volaba mi
imaginación, mi inspiración y mi intuición, me gustaba filosofar con
amigos, con mi familia o con mi compañera de viaje. Pero en el fondo mi
vida continuaba siendo muy superficial, no tenia aquel brillo de mi
infancia. Me refugie en mi isla, en las artes marciales, y allí, por lo
menos sentía que no estaba del todo perdido, me agarré a aquel leño en
medio del océano.
La añoranza seguía, como esperando que un
milagro se sucediera y alguien me indicara el camino, develándoseme que
aquello que sentía, tuviera su explicación intelectual, que había
realidad en ello, así quedé como aparcado, así, quedé en la esperanza.
Unos años después, como si alguien me
hubiera estando escuchando y hubiera oído mis súplicas, conecté con la
solución, con la enseñanza, con la gnosis, con el Maestro Samael Aun
Weor, tuve esa dicha, entonces supe como descifrar mi vida, empecé a
saber los ¿por que?, y lo más importante sabia como recuperar aquel
estado de alegría interior que perdí de pequeño, entonces empezó mi
trabajo interior con seriedad, mi revalorización de todo, puse a examen
toda la experiencia de mi vida y así fui descubriendo, experimentando,
tocando lo que era de verdad importante.
Siempre, se me dijo, que si quería el
conocimiento, tendría que buscarlo, dentro de mi, porque la Tradición,
es la explicación de alguien que vive la gnosis, pero eso que se nos
comunica, nosotros tenemos que alcanzarlo, sentirlo, vivirlo y la forma
es haciendo prácticas, meditando, y comprendiendo lo que el maestro, nos
dice, en sus conferencias, libros, seminarios, etc.
Al maestro Samael como a cualquier otro maestro o libro sagrado, no basta con leerlo, hay que reflexionarlo profundamente.
El me sirvió de contraste, encontré un
ejemplo de alguien que le pasó algo similar a mi, alguien que tenia
muchas inquietudes por encontrar la verdad, desde el primer momento me
vi reflejado como en un espejo.
Y así fui descubriendo el hilo de
Ariadna, que me ha ido sacando del laberinto, así fui conectando con el
maestro Samael, y con la enseñanza de ayer, de hoy y de siempre, con el
conocimiento del corazón, con la gnosis, que es revelación interna.
Probé con perseverancia, con tenacidad,
con confianza las prácticas que él tanto menciona en sus libros y
conferencias, como las practicas astrales, prácticas para relajar la
mente y encender el fuego del corazón, prácticas para entrar en estados
de paz, de armonía, etc., con los mantrams, con los pranayamas, y
diversos ejercicios que nos propone, y resultó que después de un tiempo,
a mi también me funcionaron. Así fui experimentando lo que el Maestro
decía, ya no era creer, era conectar, saber por experiencia, vivirlo.
Otras cosas, las he ido comprendiendo con
el tiempo, no es que todo se comprende el primer día, pero con
paciencia y trabajo todo va surgiendo. Así que desde entonces sigo
experimentando las cosas que él dijo, y es como una renovación continua
que hace que mi anhelo siga adelante.
Me gustaría agradecer desde este pequeño
articulo, al Maestro Samael, por su sacrificio, por dedicar su vida a
transmitir, a divulgar, a estudiar y experimentar el conocimiento del
Ser. Gracias a él, es que la gnosis llegó a mí y a tantos otros, y me
explicó lo que tanto había añorado desde la infancia.
Son Muchas las cosas que agradecer, pero “saber
que tengo un Ser, que todos tenemos un Ser, un Padre-Madre interior y
no sólo eso, sino que darnos las claves, para poder aprender a
percibirlo en las diferentes dimensiones”, para mí ha sido el
regalo más grande, aunque otros han hablado del Ser antes, él fue el que
llegó, en el momento justo a mí corazón y lo abrió, por eso desde aquí,
quiero decir:
“Bendito seas Samael, por ayudarme a encontrar el camino de vuelta a casa”.