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27 de septiembre de 2012

La alegría perfecta según San Francisco


Si, cuando lleguemos a Santa María de los Angeles, mojados como estamos por la lluvia y pasmados de frío, cubiertos de lodo y desfallecidos de hambre, llamamos a la puerta del lugar y llega malhumorado el portero y grita: «¿Quiénes sois vosotros?» 

Y nosotros le decimos: «Somos dos de vuestros hermanos». Y él dice: «¡Mentira! Sois dos bribones que vais engañando al mundo y robando las limosnas de los pobres. ¡Fuera de aquí!» Y no nos abre y nos tiene allí fuera aguantando la nieve y la lluvia, el frío y el hambre hasta la noche. 

Si sabemos soportar con paciencia, sin alterarnos y sin murmurar contra él, todas esas injurias, esa crueldad y ese rechazo, y si, más bien, pensamos, con humildad y caridad, que el portero nos conoce bien y que es Dios quien le hace hablar así contra nosotros, escribe, ¡oh hermano León!, que aquí hay alegría perfecta. 

Y si nosotros seguimos llamando, y él sale fuera furioso y nos echa, entre insultos y golpes, como a indeseables importunos, diciendo: «¡Fuera de aquí, ladronzuelos miserables; id al hospital, porque aquí no hay comida ni hospedaje para vosotros!» 

Si lo sobrellevamos con paciencia y alegría y en buena caridad, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta. 

Y si nosotros, obligados por el hambre y el frío de la noche, volvemos todavía a llamar, gritando y suplicando entre llantos por el amor de Dios, que nos abra y nos permita entrar, y él más enfurecido dice: «¡Vaya con estos pesados indeseables! Yo les voy a dar su merecido». 

Y sale fuera con un palo nudoso y nos coge por el capucho, y nos tira a tierra, y nos arrastra por la nieve, y nos apalea con todos los nudos de aquel palo; si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándonos de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta.
 
Y ahora escucha la conclusión, hermano León: por encima de todas las gracias y de todos los dones del Espíritu Santo que Cristo concede a sus amigos, está el de vencerse a sí mismo y de sobrellevar gustosamente, por amor de Cristo Jesús, penas, injurias, oprobios e incomodidades. 

Porque en todos los demás dones de Dios no podemos gloriarnos, ya que no son nuestros, sino de Dios; por eso dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido de Dios? Y si lo has recibido de Él, ¿por qué te glorías como si lo tuvieras de ti mismo? Pero en la cruz de la tribulación y de la aflicción podemos gloriarnos, ya que esto es nuestro; por lo cual dice el Apóstol: No me quiero gloriar sino en la cruz de Cristo.

31 de marzo de 2012

¡No te duermas!


“Oh buscador,
escucha el verdadero anhelo de tu corazón,
¡no te duermas!
 
Has pasado mil noches
en la cuna del sueño
y tan sólo una noche te pido.
En aras del Amigo.
¡no te duermas!
 
El Testigo amante nunca de noche duerme,
sigue tú Su camino:
Entrégate a Él,
¡no te duermas!
 
Atención a esa aciaga noche
en que clamarás a Dios en agonía
¡No te duermas!

Cuando venga esa noche la muerte a recibirte, 
en el espanto de esa noche, oh cansado
¡no te duermas!
 
Aun las piedras gritan al ser atadas
con el peso de esas cadenas,
No eres tú una piedra,
recuerda esas cadenas,
¡no te duermas!
 
Aunque te tiente la noche cual hermosa doncella,
no bebas de su copa.
Teme la mañana venidera,
y ¡no te duermas!
 
Dice Dios: “De noche velarán conmigo mis predilectos”
Si esas palabras oyes,
¡no te duermas!
 
Teme esa espantosa noche
en la que no podrás encontrar refugio alguno.
¡Almacena tus provisiones esta misma noche!
¡Cuidado! ¡No te duermas!
 
Cuando el mundo está dormido,
encuentran los Santos su tesoro,
en aras del Amor que siempre da,
¡no te duermas!
 
Cuando tu espíritu esté viejo y gastado,
otro nuevo te dará Él,
serás entonces el puro espíritu de todo.
Oh tú que esperas, ¡no te duermas!
 
Una y otra vez te he dicho:
¡entra en ese silencio interno!,
pero sigues sin oírme.
Dame una sola noche
y te daré a cambio mil.
¡No te duermas!”

Yalal ad-Din Muhammad Rumí