16 de abril de 2012

Tradición y Revelación

Hablando muy francamente y sin ambages diremos: "La Gnosis es un funcionalismo muy natural de la conciencia; una Philosophia Perennis et Universalis".

Incuestionablemente, Gnosis es el conocimiento iluminado de los Misterios Divinos reservados a una elite. 

La palabra "gnosticismo" encierra dentro de su estructura gramatical la idea de sistemas o corrientes dedicadas al estudio de la Gnosis...


La revelación gnóstica es siempre inmediata, directa, intuitiva; excluye radicalmente las operaciones intelectuales de tipo subjetivo, nada tiene que ver con la experiencia y ensamble de datos fundamentalmente sensoriales.

Samael Aun Weor

  
La Gnosis, como conocimiento revelador y por ende conocimiento salvador, es el proceso íntimo mediante el cual la voluntad de lo divino, que habita en cada uno de nos, como pneuma trascendental, presiona sobre la psiquis humana con un propósito muy definido: el logro de su autorrealización.

Es mediante distintas "revelaciones esotéricas" como la Mónada no sólo persuade al alma, sino que además ejerce, con todo su derecho, pleno control sobre ésta.

Y cuando el alma, a través de estas revelaciones, llega a saber qué era, qué ha venido a ser, dónde estaba, a dónde fue arrojada, a dónde va, de qué debe liberarse, qué es nacer, qué es renacer, entonces el momento cumbre ha llegado en que el alma, sabiéndose extraviada, cooperará con el plan divino de su propio Ser.

Lo que sigue nos lo expone el V. M. Samael Aun Weor: el Ser va por delante iluminando el camino; el alma, avergonzada y arrepentida, responde con su comprensión, mientras el Ser, en su aspecto trascendente que se corresponde con el Eterno Femenino, elimina y crea un nuevo universo psicológico particularmente individualizado.

Este proceso revelador es individual y colectivo, porque no sólo afecta a un alma, sino a todas aquéllas que están vinculadas entre sí por los procesos recurrentes o kármicos, aunque no todas encontrarán ese camino de retorno a la luz. Pero de algún modo todas contribuirán, directa o indirectamente, en ese escenario tan necesario en el camino de la realización íntima.

En el tiempo, todas estas revelaciones esotéricas y todos los trabajos cumplidos por el alma, al ser transmitidos y absorbidos por la forma de una cultura o de un lugar, devienen convertidos en doctrinas filosóficas, esto es: pensamientos, sentimientos y acciones que, aunque organizados muy logísticamente, nada tendrán que ver —luego— con su naturaleza original, ya que la verdad gnóstica, al revelarse, lo hace siempre de un modo particular, en un lugar y tiempo determinados, acorde a los procesos kármicos o causales entre el alma y el mundo; de allí su naturaleza tan elitista.

Dicho lo anterior, bien vale la pena que definamos qué es una "tradición gnóstica" y lo fácil que es confundirla con las especulaciones filosóficas.

El efecto de una revelación de lo divino en lo humano es, como hemos indicado, individual y colectivo, gradual y progresivo, centrífugo y centrípeto, pero para comprender esto debemos tomar en consideración lo siguiente: conscientemente, desde el amanecer de un día cósmico, todos los principios inteligentes, seres divinales o Mónadas, en acuerdo inteligente, crearon este universo, ya que de otra manera no sería posible. Y ahora, por consiguiente, cuando hay que liberarse del mismo y de sus leyes, la operación es en cierto modo colectiva, porque aunque la revelación gnóstica parte de una Mónada, su alcance y efecto interno es para con otras Mónadas. A tal acción u operación ejecutada en lo mas íntimo del espíritu, el Ejército del Cristo, Sabaoth o Chokmah, la llamamos "tradición" o transmisión de una enseñanza esotérica por revelación. Definitivo es entonces que donde hay una revelación también existe una tradición, que la revelación y la tradición esotérica gnóstica son coesenciales y coexistenciales.

Fácil es, externamente, confundir la tradición gnóstica con la especulación filosófica a la que quedan sujetas las revelaciones de los grandes maestros gnósticos y sus discípulos. Las vías oral y escrita, aunque en un principio participen como un medio para tender entre las Mónadas un vínculo o puente de relaciones, se situarán luego, en un segundo término, como un modo exclusivo de consulta necesario sobre el trabajo a realizar. Pero al final lo que verdaderamente cuenta es la revelación gradual y permanente en cada individuo y, por consecuencia, en los que de este modo también participan con sus propios procesos íntimos, y esta extensión de la enseñanza es "tradición gnóstica".

Quien participa de la "revelación-tradición" nacida del Ser es sin duda un estudiante gnóstico; los demás son aspirantes, una posibilidad entre mil, o en el peor de los casos sinceros equivocados, que inconscientemente son enemigos en potencia, pero todos son necesarios en los procesos que rodean al iniciado: los primeros, un medio para el sacrificio por la humanidad; los segundos, la tentación siempre necesaria en el sendero probatorio para quien ha recibido del Padre el don de conocerle.

Al auténtico estudiante gnóstico, todos, consciente o inconscientemente, le ofrecemos un escenario acorde con sus necesidades espirituales; de allí que sean tan necesarias las instituciones esotéricas. El V. M. Samael Aun Weor y el conjunto de sus "estudiantes gnósticos" han hecho posible que hoy exista, en el final de este milenio, un Movimiento Gnóstico.

Pero una institución jurídicamente legal no es solamente un medio de representación de un Movimiento Gnóstico; tampoco es exclusivamente un medio de difusión doctrinario. Una institución es gnóstica cuando lleva en sí misma el espíritu de la "revelación-tradición", entonces está esencialmente capacitada para ofrecer la verdadera ayuda al estudiante elegido por el Padre.

La difusión oral y escrita de la obra del V. M. Samael Aun Weor está en marcha desde sus primeros procesos iniciáticos. Gracias a ello ha sido posible organizar e internacionalizar este Movimiento Gnóstico contemporáneo. Por más de cuatro décadas, las instituciones gnósticas han ofrecido todo lo que en materia de información esotérica existe respecto al camino iniciático, y esta titánica labor aumentará en proporción a su demanda, y se detendrá el día en que las almas llamadas al camino de regeneración cesen en su búsqueda interior. 

Es así como una "tradición" de pronto puede desaparecer públicamente.

A la par de la difusión doctrinaria nacen las asociaciones gnósticas; éstas tienen escuela y templo a la vez, y con agrado los misioneros gnósticos estudian y enseñan la santa doctrina, que es la tarea menos difícil, pues en gran manera gratifican el espíritu servidor que ha sido llamado a recorrer la vía iniciática.

El mantenimiento físico de los diversos centros es indiscutiblemente la mayor dificultad de este camino institucionalmente esotérico, pues ha llegado, en casi todas las ocasiones, a condicionar en las diversas comunidades el llamado "trabajo esotérico".

Como quiera que el camino iniciático es por naturaleza exigente, directo y revolucionario, por ello resulta imposible su capitalización económica, o para ser más precisos y directos, la doctrina gnóstica no es rentable, y esta cruda realidad a nadie sorprende, pues la Gnosis no es de éste ni para este mundo, aunque mediante ella podamos comprender la razón de ser del mismo.

Es apenas normal que misioneros y comunidades gnósticas, tratando de remediar una cuestión existencial, se inclinen por sistemas filosóficos o métodos pseudoesotéricos, o en el peor de los casos castren o añadan elementos externos que no forman parte de los fundamentos gnósticos originales de la "revelación-tradición". 

¿No es acaso esto lo que ha ocurrido siempre con el origen de las grandes religiones, donde lamentablemente la balanza terminó inclinándose a favor de la subsistencia material de la organización?

La "revelación-tradición", al afincarse en el mundo de las formas tridimensionales, debe autoabastecerse inteligentemente, hasta donde perdure la tradición, y siempre con austeridad, pues ante todo la prioridad es el camino iniciático.

Las asociaciones gnósticas, o el Movimiento Gnóstico, no pueden ofrecer al "estudiante" todo lo que anhela esotéricamente, pues la autorrealización no es un don de este mundo, pero le conceden uno de los únicos medios para alcanzar su meta trascendental: el capacitarse como misionero gnóstico. Lo que sigue es bien importante: ¿cómo se capacita un estudiante gnóstico misionero para llevar dignamente esta "tradición" nacida de la "revelación"?

El perfil de un "estudiante gnóstico" es potencialmente el de alguien que va a dedicar su vida al sacrificio por la humanidad, o sea, el de un "misionero". El gnóstico-misionero permanece en potencia y lleva en su naturaleza la tradición gnóstica esperando ser correctamente desarrollada a través de la revelación íntima del Ser.

Recordemos que, fundamentalmente, "gnóstico" es aquél que posee la Gnosis. Ya hemos dicho que la Gnosis es en sí misma la "revelación-tradición" de las verdades eternas de Ser, y esto mismo define al auténtico gnosticismo universal de todos los tiempos.

Un gnóstico es por excelencia un "misionero", y su misión es mantener viva la "tradición" gnóstica. Mediante la práctica de los tres factores de la revolución de la conciencia (la muerte psicológica, el nacer alquímico y el sacrificio por la humanidad) mantiene viva para otros y para sí mismo la "tradición" gnóstica.

 El adjetivo "gnóstico" tiene su parentesco básico y directo con el profundo significado de todo lo conocido y desconocido que encierra el término griego Gnosis, y la razón es bien simple: la Gnosis, como "revelación" y "tradición", es atemporal, universal, y esta esencia en el Ser de todo es para sí misma profundamente ignota o desconocida, conocimiento absoluto, por su infinitud, y de una profundidad que no tiene límites. Y nada mejor define el propósito de ser del gnóstico, quien "conoce" que no hay límites en el Ser o pneuma, pudiendo decirse a la manera socrática: ¡sólo sé que no sé nada! Porque sólo el que conoce su ignorancia frente a Agnostos Theos (del griego: el Dios desconocido) puede llamarse "gnóstico".

Diferente es la ignorancia del que "ignora que no sabe", en comparación con la del que conoce o tiene conciencia de "que no sabe", y este último es, en verdad, el auténtico estudiante de la Gnosis que encamina sus pasos hacia la difusión a todos los seres de esta maravillosa enseñanza.
Extraido del libro "Gnosis, Tradición y Revelación"
de Rafael Vargas y Javier Casañ